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La mezzosoprano y directora de escena, creadora del Concurso Nacional de Canto Carlo Morelli, es recordada en el 15 aniversario luctuoso

Conmemoran Gilda Morelli (1928-2008) este 29 de agosto en su 15 aniversario luctuoso, cuyo amor por la música y la ópera dejó un gran legado a México: el Concurso Nacional de Canto Carlo Morelli, semillero del talento operístico mexicano.

Cantante y directora de escena, el legado de la mezzosoprano Gilda Morelli no solo dejó huella en los escenarios mexicanos, con personajes como Flora, de La Traviata, o Suzuki, de Madama Butterfly, sino también en la carrera de diversos cantantes mexicanos para quienes el concurso Morelli, el cual fundó en 1980 en homenaje y a la memoria de su esposo, el barítono y docente Carlo Morelli, fue una experiencia definitoria.

Generosa, pero también amorosa, así recuerdan las reconocidas cantantes Encarnación Vázquez y Lourdes Ambriz a Gilda Morelli, quienes no solo participaron en el concurso, sino que trabajaron y estuvieron cerca de ella.

“De la mano de Gilda Morelli aprendí no sólo a amar la música y la ópera, sino a los personajes que uno interpreta. Sigue siendo una persona importante en mi vida y de quien aprendí muchísimo. Ella amó la música y además se comprometió e impulsó el talento joven”, expresó en entrevista la mezzosoprano Encarnación Vázquez, quien obtuvo el segundo premio del concurso en 1982.

“Trabajé con ella por primera vez en la ópera Madama Butterfly, para la cual fue directora de escena. Ella había hecho el mismo papel que yo, a Suzuki, y me marcó cada movimiento. Fue un trabajo arduo, porque no solo me condujo a lo profundo del personaje, sino de mí misma para sacar la parte emotiva y musical de la protagonista”.

La también ganadora de la Medalla Dr. Alfonso Ortiz Tirado 2010 resaltó que Gilda Morelli fue una mujer preparada y una directora escénica que trabajaba a detalle, lo cual le permitió ganar experiencia. Asimismo, agregó que su nombre no puede separarse de la imagen del Concurso Carlo Morelli: “Sólo su imagen impulsa a que esta actividad se siga realizando por algo muy peculiar de su personalidad: el amor a la música y la ópera”.

Destacó que el concurso se ha convertido en un semillero de grandes cantantes en México: “Muchos de ellos, quienes están haciendo una carrera internacional y llevan el nombre de México alrededor del mundo, han surgido o tuvieron la oportunidad de presentarse como finalistas”, y añadió que el certamen es una experiencia que no solo forja el carácter de los intérpretes, sino que les cambia la vida.

Un legado que continúa

En este sentido, afirmó que el concurso fue un parteaguas y ayudó a revalorar el trabajo de preparación de los estudiantes de canto, para quienes intentar ganar algún premio representa una meta que se considera de lo más relevante que se pueda lograr en el país dentro del arte vocal.

“Siempre se preocupó por el desarrollo artístico de los cantantes y contribuyó a la madurez de varias generaciones, y esto no sólo lo hizo a través del concurso, sino del contacto y relación que mantuvo con muchos jóvenes cantantes”, comentó la soprano Lourdes Ambriz, quien participó en la primera edición del certamen.

Recordó que, como mezzosoprano, Gilda Morelli participó en las temporadas nacionales e internacionales que se organizaron en el Palacio de Bellas Artes, con la presencia de grandes nombres, como María Callas y Montserrat Caballé, época en que conoció a su esposo, y consideró que, junto a este trabajo y la dirección de escena, dejó una participación importante en la ópera de México.

Sin embargo, también destacó que su gran calidad humana y generosidad es lo que definió su presencia en la vida de muchos cantantes: “Ella se interesaba por todos y nos seguía monitoreando, ganáramos o no el concurso”, y recordó que además del interés que expresó, tuvo detalles que marcaron la trayectoria de varios intérpretes.

“Era una época en que las grabaciones y repertorios no estaban a la mano como ahora y se tenía que ahorrar mucho para comprar un disco o viajar para acceder a cierto material, porque no llegaba a México. Ella se tomaba la molestia y el trabajo de comprar grabaciones y regalarlas entre los cantantes. Nos decía: mira, me doy cuenta de que este es un repertorio que deberías estudiar y aprender. Estos estímulos hicieron la diferencia para muchos cantantes. A mí me tocó un disco de acetato de Lucia di Lammermoor, porque en esa época ni siquiera habían aparecido los CD”.

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Finalmente, agregó que su legado continúa a través de Francisco Méndez Padilla, quien decidió tomar la estafeta del concurso tras el fallecimiento de la maestra, el cual realiza con mucho esfuerzo para darle más presencia. Junto a él están otras personas, como Jorge Cervantes y César Piña, quienes han trabajado con el interés de que los jóvenes cantantes tengan un foro donde puedan mostrarse y arrancar sus carreras. Y exhortó a que este certamen y la memoria de la maestra sean una celebración de muchos años, para que, dentro de otros 100, el legado continúe.

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